domingo, 16 de junio de 2013

11

Hoy le recé a un dios extranjero
en un templo de piedra con olor a frutas.

Pensé en una oración herida,
tu nombre pidiendo el mío.

Junté las manos entre los ojos
como lo hacen aquí.

Y le conté al dios un hechizo del oeste
para pintar de luz el silencio

y de azul y de rojo a un héroe
y una mirada de lila,

y de celeste el día
cuando aprendí tu idioma

y de negro infinito
e´l día en que el bardo perdió su voz.

Mario M